¿Sueñan los ricos con la sangre de los pobres? de Walter Lezcano es un libro que se hace eco y carne de una situación, de un panorama cada vez mas evidente. Poemas políticos, poemas que claman y piden un cambio, una revolución. Fiel a su estilo directo Lezcano nos regala versos libres plagados de bronca, de lucha y de rebeldía, pero sin dejar de lado matices y preguntas importantes “¿cómo llegué hasta acá con semejante enemigo?” que intenta concientizar al lector y lo interpela con versos como: ¿por qué lo hacés?/
¿para quién lo hacés? (…) / ¿por qué lo hacés? / ¿para quién lo hacés? / si es por la guita me destruye / no es ninguna fruta noble /moverse cuando muestran sus billetes (…)” Walter nos lleva de la mano por su realismo sucio y nos increpa una y otra vez hasta en los epígrafes como el de Lucrecía Martel: No hay forma política que nos vaya a permitir sobrevivir como especie si no incluye en sus bases la necesidad de evitar la hegemonía. No hay forma de que no lea estos poemas y regrese igual a su cotidianidad. Como dice Lynch al comienzo de este “nuevo matadero” ¡Fuego camina conmigo!
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¿Sueñan los ricos con la sangre de los pobres? de Walter Lezcano es un libro que se hace eco y carne de una situación, de un panorama cada vez mas evidente. Poemas políticos, poemas que claman y piden un cambio, una revolución. Fiel a su estilo directo Lezcano nos regala versos libres plagados de bronca, de lucha y de rebeldía, pero sin dejar de lado matices y preguntas importantes “¿cómo llegué hasta acá con semejante enemigo?” que intenta concientizar al lector y lo interpela con versos como: ¿por qué lo hacés?/
¿para quién lo hacés? (…) / ¿por qué lo hacés? / ¿para quién lo hacés? / si es por la guita me destruye / no es ninguna fruta noble /moverse cuando muestran sus billetes (…)” Walter nos lleva de la mano por su realismo sucio y nos increpa una y otra vez hasta en los epígrafes como el de Lucrecía Martel: No hay forma política que nos vaya a permitir sobrevivir como especie si no incluye en sus bases la necesidad de evitar la hegemonía. No hay forma de que no lea estos poemas y regrese igual a su cotidianidad. Como dice Lynch al comienzo de este “nuevo matadero” ¡Fuego camina conmigo!